martes, 24 de marzo de 2009

en azul



ojos celeste

cuerpo mórbido impregna veloz la oscuridad sin distancia

donde boca palpa y estrecha

como si no quisiera desprender aun sin prender el diamante circular



cuando la suma del índigo labial

dobla como cilindro en tiras

dientes guillotinan el ápice del viento

cristales truncos y puntiagudos sin sosiego, cegados por el vaho ajeno,

caen como estalactitas fijándose en tierra fértil

compartiendo el mismo espacio



bañándose en reverso y anverso

sueño de Heráclito que no concibió

la dualidad de un sólo cuerpo ni tampoco la física

quiso ver anudar en sustancia la posibilidad de un mismo lugar



corpúsculo diminuto

semilla donde Narciso encuentra centenares de luces danzantes

gritando eufórico el dolor del placer

envuelto en manta estalla



turquesa escurridiza debajo los parpados sutil caricia

liquido metal acuoso, hasta aquel confín

iris columpio de esfera desorbitada sin traje lunar

permanece sin aliento cohabitando a través de la mirada electrizante lo inmaterial



efluvio de ideas,

vértice mantarralla,

anestesia añil humede inocua piel descarnada

cierto, se convulsiona dentro de la caverna

el propio aire huele a asfixia desmorona

siente desfallecer en marea,



inmediatos cuerpos emancipados,

guardia rota,

desbordados como manecillas del tiempo surreal,

continúan la marcha enloquecidos pasos

camino del ouroboros

noche que no ha de brillar